sábado

No apagues la sonrisa que nuestra historia no será fácil. No jadees las miradas que te tengo guardadas. Historias como estas no se cuentan en los bares, no se cuentan en campamentos de verano, ni tampoco en las películas que suelen estar en estreno. Todo lo complicado se remite a un final con sonrisas y a un siempre sabor amargo. Aquí sonreímos mientras el sol sigue en pie, lloramos y ni sabemos porqué. Queremos desesperadamente a algo teniéndolo delante y sin fuerza para poder decirlo. Esas historias no se suelen contar. Tampoco sé si de verdad tiene alguna moraleja. Sólo sé que nos levantamos siempre a la misma hora, si no lo hacemos perdemos el café, y los buenos días. Cogemos el primer tren directo a la rutina, sin paradas por favor, no quisiera marearme. Almorzamos el teléfono sonando con mensajes que dicen que aguantemos un poco más. Con sólo alzar la vista vemos a pasear delante nuestro a la rutina, que no se ha olvidado la monotonía en casa, qué va, pero hoy quiere ir de moderna. Las luces naturales se apagan como diciendo vete preparando que te toca marcharte. Y nos vamos sonriendo, aunque nos pese cada parte de nuestro cuerpo de manera distinta. Aguantamos el equilibrio hasta llegar a casa. Y aquí no hay rutina que nos ejerza de jefa. Sólo nuestras sonrisas, nuestros abrazos y las ganas de no acabar aún con esta historia. No queremos finales felices, si llega al final que más da que sea triste. Queremos que no nos cueste un céntimo llegar a la cama y recibir un beso, que no nos cueste levantarnos a media noche y que nos falte un trozo de manta por que el otro tenga frío. Que no nos cueste jamás escribirnos en los posits cuanto deseamos que llegue nuestro momento. Y aunque decaiga la intensidad, es normal, no somos invencibles. Somos efímeros. Y no queremos perdices.

Me gustaría tocarte tus canciones favoritas, me gustaría que supieras el vértigo que tengo de todo cuando estoy sin ti. Me encantaría que alguien viniera y me dijera- No, no estás loca- eso me encantaría, y también me gustaría sonreír cuando alguien me dijera:-eso a mi también me pasa-Te escribiría una carta detallando esos sentimientos y firmar con:“Para ti, de alguien más”Y que la leyeras y te preguntarás como un loco a quien se le ocurriría escribir todo eso sobre un puto sentimiento, y que por último pensarás en mí sintiéndote idiota por no haberte dado cuenta antes. Me encantaría abrazarte escuchando de fondo Norwegian Wood de los beatles. Una buena banda sonora ¡oh sí!, pero lo de abrazarme es bastante complicado, a veces siento que te cuesta más abrazarme que lo que le costaría al mismísimo Edward Scissorshands, pero no pasa ná, esperar es una de mis mejores virtudes, y otra de ellas es cumplir mis deseos.

viernes


Muchas veces creí ver a mi corazón por el suelo en
cualquier calle en una fría madrugada de febrero con
unas cuantas copas encima y unos ojos brillantes por no querer llorar

lunes

Yo también quiero, me desilusiono, caigo, retrocedo, me hundo, sollozo, odio, envidio. Pero no me hace falta recordar al mundo cuán malo ha sido conmigo. No tengo la necesidad de llorarle al hombro de nadie, no tengo que lanzar indirectas al viento por si fuera hay alguien dispuesto a entenderlas, al fin y al cabo sólo hay una persona capaz de hacerlo. Los demás lo huelen, pero son ajenos, y cuando eres ajeno a algo es mejor que no te impliques, que te alejes y finjas ni haberlo visto. Normalmente quién más sangra es quien menos habla, el que necesita más fuerzas para seguir vivo.Soy igual de humana aunque me haya olvidado de llorar. Lo sé. Soy igual de patética aunque no lo deje notar. Soy igual de infantil, aunque ya no me como los mocos. Soy igual de cruel aunque me pare los pies.