viernes


Gris, fue la última palabra en la que pensé, antes de ponerme a escribirte. Me desperté creyendo haber escuchado tu voz en algún rincón de la habitación. La madrugada apenas se dejaba notar, y yo creía que ya me había vuelto loca. Me preparé del todo mi discurso por si algún día volvía a soñar contigo, quería saber qué decir. Estuviste en mi mente, día tras día, durante toda una época, mi favorita. Cuántas veces habré imaginado tocarte. Sentir tus manos y que éstas me rozasen la piel. Ver como tus comisuras de alzaban cuando no ahorrabas sonrisas. Imaginando entonces que te acercabas a mi oído izquierdo y me susurrabas todas tus disculpas, mientras yo me deshacía por otro lado. Tu voz rasgada no dudaba ni un sólo segundo en pronunciar mi nombre. Que me miraras como diciendo, sé que me entiendes, y que todo tuviera sentido. Cayeron tus palabras y tus ganas de haber sido quien vendió el mundo, en vez de conquistarlo. He creído caer a un vacío, un pozo con vistas a una salida vertical, y encontrarte en el suelo, sentado. Que me contaras qué te había llevado ahí, mientras pasabas la mano por el pelo y lo echabas a un lado. Sonreías por tus fallos en vez de gritar al que te había llevado ahí. Aprendía de ti, y te quería aún más. Encontraba el porqué a admirarte tanto. Te preguntaba si no tenías miedo a hablar con una medio-escritora y que tus palabras sirviesen para que alguna de mis historias, y sonreías, yo me sonrojaba. Me decías que habías perdido el miedo hace ya mucho, y no te entendía. Fue la única vez que soñé contigo sin tener el discurso preparado. Tus notas entraban en cada parte de mí, sin orden concreto. Espero volverte a soñar, y esta vez sí decirte quien soy, y que estaba completamente loca por tí .

No hay comentarios:

Publicar un comentario