miércoles


He pasado el día sumergida en una extraña nada. Después de una noche eterna, tu voz me depertó. A ella llevo todo el día aferrada para intentar sonreír. Te he echado tanto de menos, las horas han pasado lentas y aburridas, tu recuerdo ha estado conmigo en el sofá, entre las sabanas, en las imágenes que mis ojos han visto en la pantalla, en lo que he pensado, en lo que he escrito. La necesidad de tenerte me apretaba en el corazón. Y me siento un poco triste, en uno de esos días grises con falta de luz (con falta de ti), en los que cualquier excusa es buena para llorar un poco y no querer salir de tu pequeño espacio. Ahora me voy a pasar la noche lejos de ti, una vez más. Deshaces mi melancolía con tu existencia, tierna y anhelada. No sirve de nada decirte cuánto te adoro, pero compartimos odiseas parecidas, llenas de ausencia mutua y repleta de ansiados sueños, donde ni el tiempo, ni la distancia nos separa. Estamos unidos en la oscuridad, y te encontraré siempre, más tarde o más temprano, porque, al fin y al cabo, sólo somos uno...

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